El Sindicalismo: Con anterioridad a la industrialización
moderna, existieron organizaciones, los gremios , que defendían en el seno de
la actividad artesanal a los trabajadores de un determinado oficio. Regulaban
la producción y controlaban hasta el más mínimo detalle. Los operarios tenían
la oportunidad de ascender en la escala laboral según su pericia y méritos.
Frente a esas organizaciones de carácter preindustrial, los sindicatos nacieron
como respuesta a los problemas planteados por la mecanización. Representaban a
obreros desposeídos de la iniciativa y creatividad en el proceso productivo. La
total desprotección de éstos frente a los abusos de los capitalistas los empujó
a organizarse en asociaciones para protegerse en caso de enfermedad, paro o
inactividad huelguística. Gremios y sindicatos respondían, por tanto, a circunstancias
económicas y sociales distintas.
A finales del siglo XVIII, en Inglaterra, cuna de la
industrialización, nacieron las primeras asociaciones de trabajadores, las
llamadas sociedades de ayuda o socorro mutuo. Su objetivo era la unión de los
obreros para conseguir mejoras laborales y salariales, operando como cajas de
resistencia frente a adversidades como la enfermedad o el desempleo. A finales
de ese siglo, por medio de una legislación represiva, las Combination Laws
(1799 y 1800), se prohibió todo tipo de asociacionismo obrero, con lo que las
organizaciones de trabajadores pasaron a ser ilegales y hubieron de ejercer su
actividad clandestinamente. Tras la abolición aquellas leyes (1824), el
asociacionismo obrero progresó rápidamente, representado en las Trade Unions.
En 1834 Robert Owen reunió varios sindicatos de oficio en la Great Trade Union
, alcanzando tal éxito que fue ilegalizado por el gobierno, lo que llevó a los
líderes del movimiento obrero a plantearse la necesidad de intentar otras experiencias,
en este caso políticas, hecho que se concretó en el cartismo. Los principales
instrumentos de presión de que se valieron los sindicatos en sus
reivindicaciones fueron la huelga y la insurrección.
Los Trade Unions, aunque tolerados, no se constituyeron
legalmente hasta 1871 . Durante las siguientes décadas no dejó de aumentar su
número y el de sus afiliados, a finales de siglo sumaban más de 2 millones. En
el resto de Europa los sindicatos adquirieron importancia a lo largo del último
tercio del siglo XIX. Contaban con una cuidada organización, dependencias,
financiación y funcionarios propios, constituyéndose en elementos
indispensables en las relaciones laborales. Así surgieron, entre otros: en
Alemania la Asociación General de Trabajadores Alemanes (1863), en España la
Unión General de Trabajadores (UGT, 1888) , en Francia la Confédération
Générale du Travail (CGT, 1895), en Estados Unidos el American Federation of
Labor (AFL, 1886)armas del movimiento obrero: los partidos obreros. A partir de
1871, la democratización de los regímenes políticos y la implantación del
sufragio general masculino permitieron la aparición de partidos políticos
obreros cuyo objetivo era representar al proletariado en los parlamentos
nacionales. Normalmente fueron de corte marxista, y siguieron el modelo del que
fue primero en establecerse, el partido Socialdemócrata alemán (SPD), fundado
en 1875. Pronto surgieron otros como el Partido Socialista Obrero Español
(PSOE), en 1879; el francés Sección Francesa de la Internacional Obrera (SFIO),
en 1905, o el Laborista inglés.
Las internacionales obreras: Uno de los rasgos distintivos
del socialismo de todo signo fue su carácter internacionalista. Carlos Marx y
otros pensadores sostenían que, al margen de la nacionalidad a la que
perteneciesen, los trabajadores de todo el mundo sufrían los mismos problemas .
Era por tanto necesario, aunar esfuerzos, intereses y objetivos para derrotar a
la burguesía. Fruto de esa idea, surgieron organizaciones que intentaron servir
de enlace entre grupos de trabajadores de diferentes países en pos de la
consecución de la revolución universal. De entre estas iniciativas destacaron
dos: La Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) o Primera Internacional
(1864-1876).
La Segunda Internacional (1889-1914).
La Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) o I
Internacional Obrera : Adoptó como sede la ciudad de Londres y estuvo integrada
por asociaciones obreras de variado signo. El encargado de redactar sus
estatutos fue Carlos Marx . Las diversas tendencias y sensibilidades que
recogió, obstaculizaron en gran medida su funcionamiento. En 1868, a raíz de la
incorporación de Bakunin , la AIT sufrió una polarización que condujo a
enfrentamientos entre dos tendencias irreconciliables: la anarquista y la
marxista. Episodio decisivo en la división del movimiento internacionalista lo
constituyó el fracaso de la Comuna de París (1871), experiencia de carácter
revolucionario que surgió tras la derrota sufrida por las tropas francesas de
Napoleón III frente a Prusia. Como consecuencia, el Segundo Imperio Francés
dejó de existir abriendose paso la III República. Durante los primeros meses de
ésta, la agitación política y social hicieron estallar en París una revolución
que condujo a la instauración de una Comuna obrera. Tras poco más de dos meses
de autogestión, las autoridades republicanas reprimieron sangrientamente la
Comuna. Aquel fracaso agravó los enfrentamientos en el seno de la
Internacional. En el Congreso de La Haya (1872), los anarquistas fueron
expulsados de la organización, que pasó a ser controlada por los marxistas
hasta su disolución en 1876.
La Segunda Internacional Obrera (1889-1916). Fundada en
1889, estableció su sede en Bruselas . Excluidos los anarquistas, adoptó una
clara orientación socialista marxista, integrando una serie de partidos
socialistas de distintas nacionalidades organizados en una federación. Entre
los objetivos fundamentales de la asociación destacó la búsqueda de una
legislación que mejorara las condiciones de vida de los trabajadores (subsidios
de desempleo, protección social, etc.) y, de forma especial, el empeño en la
instauración de la jornada de ocho horas . Signos distintivos de la II
Internacional fueron la institución de la jornada del Primero de Mayo como
fiesta reivindicativa (Día Internacional del Trabajo), la del 4 de marzo (Día
Internacional de la Mujer Trabajadora) y el famoso himno conocido como de la
Internacional .
Entre los principales problemas a los que hubo de
enfrentarse, destacó el de la controversia ideológica de dos grupos: El primero
fue el radical , compuesto por marxistas ortodoxos, partidarios de una
revolución como fórmula para destruir el capitalismo y cambiar la sociedad. Una
de sus principales figuras fue Rosa Luxemburgo . El segundo, más moderado y de
carácter reformista, denominado revisionista , pues discutía algunos puntos de
la teoría marxista, como el de la lucha de clases o el materialismo histórico.
Entre sus representantes destacó E. Bernstein , que preconizaba llegar al
socialismo mediante una vía pacífica con la participación de los trabajadores
en el juego parlamentario. La Segunda Internacional recibió el golpe de gracia
tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, conflicto que fue incapaz de
evitar. La clase trabajadora, dividida entre los sentimientos patrióticos y el
ideal de solidaridad internacional, optó por los primeros, se enroló en los
ejércitos contendientes y abandonó la causa que inspiraba la organización. No
pudiendo resolver esa contradicción, en 1916 se disolvía la Internacional.
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